Disfraz de improperios, más aún si les tocó la difícil tarea de ser el árbitro principal en un partido de béisbol. Insultos de alto calibre en el que les recuerdan hasta el cansancio al ser al que más aman sobre la tierra, que no es otra persona que la creadora de sus días.
No conforme con toda esta montaña de maldiciones, dentro del terreno de juego, en el que han tenido la valentía de dar su apreciación sobre una jugada, ya sea buena o mala para el resto de los mortales, salta un director desde su dugout, como impulsado por un resorte y con la sangre que le hierve, decidido a agredirles físicamente.
Ya al final de la noche, cuando los fanáticos se retiran a sus hogares disgustados, aquel árbitro ha quedado como el malo de la película por solo 16 dólares, que es el pago que hoy reciben los que son colocados en las almohadillas.
Sí, señores, 16 dólares por recibir la marejada de insultos, así como los que le llovieron a Guillermo Castillo, el árbitro que cantó out al corredor bateador de Panamá Metro Gustavo González cuando este intentó extender hasta la tercera base su cañonazo de imparable, en lo que fue el tercer partido de la serie final ante Los Santos, en el Campeonato Nacional de Béisbol Juvenil 2015.
Pero así como hoy se ha pregonado a los cuatro vientos que fue una buena medida de que el árbitro Guillermo Castillo no trabaje más durante esta serie final, también sería sensato que tanto fanáticos como jugadores y cuerpo técnico de los equipos de Panamá Metro y Los Santos tengan presente que las equivocaciones arbitrales forman parte del juego, y que las mismas pudieran repetirse esta noche, cuando se juegue el quinto partido de la serie final.
Precisamente, esta noche se espera una marejada de fanáticos en el gigante de Mocambo, algunos convencidos de que Metro levantará su cuarta corona consecutiva en la categoría juvenil, mientras que otros, vestidos de naranja, abrazarán la esperanza de que el equipo de sus amores saque la casta y extienda la serie final hasta un séptimo y decisivo partido.
¡Que viva Su Majestad, el béisbol!