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Cuando estamos alegres generamos altos niveles de serotonina, considerada la hormona de la felicidad, entonces al sentirnos tristes los niveles bajan y nuestro cuerpo puede obligarnos a pedir comida para volver a ese estado de alegría.
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El sistema nervioso necesita glucosa y triptófano para sintetizar serotonina y garantizar el funcionamiento. Los niveles bajos de serotonina pueden provocar malestar, debilidad y temblores, sencillamente es lo que consideramos mal humor. Entonces, recurrir a ciertos alimentos pueden aumentar los niveles de la hormona de la felicidad, tal es el caso del chocolate, pero tengamos presente que el kiwi, la naranja y también los frutos secos pueden aumentar los niveles de serotonina.
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¿Qué hacer?
Evite regañar y trate de tener una conversación asertiva.
Ayúdelo a reconocer lo que está pasando.
Pídale que lleve un diario de comida (anotar lo que come durante el día, horas y si hay una situación estresaste).
Trate de modelar hábitos alimenticios saludables.
Puede recurrir a un profesional de salud mental para manejar las emociones y controlar la ansiedad.
La sensación placentera que producen algunos alimentos pueden ser una vía de escape a diversas situaciones que nuestro hijo e hija puede estar pasando. Por consiguiente, como diría Freud: La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. Entonces siéntese, escuche, valore los pequeños intentos y sobre todo, recompense con gestos, admiraciones y sobre todo con afecto.