Todos los niños demuestran oposición de vez en cuando, particularmente cuando están cansados, hambrientos, con estrés o en tensión. Ellos pueden argumentar, contestar, desobedecer y desafiar a los padres, maestros y otros adultos.
El comportamiento de oposición es a menudo una parte normal del desarrollo de los niños de dos o tres años y cuando llegan a la crisis de la adolescencia. Sin embargo, el comportamiento de falta de cooperación y hostilidad se convierte en un asunto serio y grave cuando es tan frecuente y contundente que sobresale al ser comparado con el de otros niños de la misma edad y nivel de desarrollo dentro de los límites de la normalidad y cuando afecta la vida social, familiar y académica del niño o del adolescente.
El DSM-IV propone como criterios diagnósticos para el TOD un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafiante de al menos 6 meses de duración y en el que están presentes cuatro o más de los siguientes comportamientos: Se encoleriza e irrumpe en pataletas; discute con adultos; desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas; molesta deliberadamente a otras personas; acusa a otros de sus errores o mal comportamiento; es susceptible o fácilmente molestado por otros; colérico o resentido; rencoroso o vengativo.
Tratamiento
Puede incluir programas de acompañamiento, orientación y apoyo a los padres y madres, para ayudarlos a que sepan manejar mejor el comportamiento del niño.
Psicoterapia individual.
Su desarrollo
Aún se desconoce la causa exacta de este trastorno, pero existen dos teorías principales para explicar su desarrollo.
Teoría del desarrollo: Sugiere que los problemas comienzan cuando el niño tiene entre uno y dos años y medio de edad. Estos niños pueden experimentar dificultades para aprender a volverse independientes y separarse de la principal persona a la cual se encuentran ligados emocionalmente.
Teoría del aprendizaje: sugiere, que las características negativas del trastorno de conducta oposicionista son actitudes aprendidas que reflejan los efectos de las técnicas inadecuadas y negativas empleadas por los padres y figuras de autoridad.
Síntomas
Pueden incluir:
Poca habilidad para regular emociones.
Rabietas frecuentes.
Discusiones excesivas con los adultos.
Negativa a acceder a las solicitudes de los adultos.
Cuestionamiento constante de las reglas y negativa a obedecerlas.
Conducta dirigida a molestar o enojar a los demás, incluidos los adultos.
Intentos de culpar a otras personas por su mala conducta o errores.
Facilidad para enojarse con otros.
Actitud de enojo frecuente.
Vocabulario desagradable o poco amable.
Actitud vengativa o rencorosos.
Otros pasos
Psicoterapia familiar para mejorar la comunicación y las interacciones familiares.
Algunas veces terapia cognitivo-conductual para ayudar a la solución de los problemas de conducta graves.
La intervención individual con niños pretende enseñarles habilidades cognitivas para que sean capaces de gestionar sus emociones y afrontar situaciones difíciles.