Aun así, la decisión de buscar ayuda profesional puede ser difícil y dolorosa para el padre/madre. El primer paso es tratar de hablar tiernamente con el niño/niña. Una conversación sincera acerca de los sentimientos a veces puede ayudar. Los padres pueden escoger el consultar con el médico del niño/niña, maestros, miembros del clero, u otros adultos que conozcan bien al niño. Estos pasos pueden resolver los problemas para el niño/niña y la familia.
A continuación se describen algunas señales indicativas de que una evaluación por un siquiatra de niños y adolescentes puede ser de gran ayuda:
En niños/niñas pequeños
1. Cambios negativos importantes en el rendimiento académico.
2. Malas calificaciones en la escuela, a pesar de hacer un esfuerzo notable.
3. Mucha preocupación o ansiedad excesiva, lo que puede manifestarse en su resistencia para asistir a la escuela, al acostarse a dormir o al participar en aquellas actividades normales para un niño/niña de su edad.
4. Hiperactividad, inquietud, movimiento constante mas allá del juego regular.
5. Pesadillas persistentes.
6. Desobediencia o agresión persistente (de más de 6 meses) y conducta de oposición provocativa hacia las figuras de autoridad.
7. Rabietas frecuentes e inexplicables.
En Pre-Adolescentes y adolescentes
Cambios marcados en el aprendizaje en la escuela.
Dificultad para enfrentarse a los problemas, situaciones o actividades diarias.
Cambios significativos en hábitos de dormir y/o alimenticios.
Frecuentes quejas físicas.
Representaciones sexuales.
Estado depresivo manifestado por un estado de ánimo y actitud persistentemente negativo, con frecuencia acompañado de apetito pobre, dificultad en el dormir e ideas relacionadas con la muerte.
Abuso de drogas o del alcohol.
Miedo intenso a tornarse obeso sin tomar en cuenta su verdadero peso al presente, purgar los alimentos o restringir el comer.
Pesadillas persistentes.
Amenazas de hacerse daño a sí mismo o hacerle daño a otros.
Comportamiento de inflingirse heridas o autodestructivo.
Arranques frecuentes de ira y agresión.
Amenazas de irse del hogar.
Violación persistente de los derechos de otras personas de forma agresiva o no agresiva; reto a la autoridad, ausencia a escuela, robos o vandalismo.
Pensamientos, creencias y sentimientos extraños o comportamiento poco usual.
Si los problemas persisten por un período de tiempo extensivo y especialmente si otros involucrados en la vida del niño/niña están preocupados, una consulta con un Siquiatra de Niños y Adolescentes o con otros clínicos específicamente entrenados para trabajar con niños/niñas puede ser de ayuda.