El primero originario del sudoeste asiático y norte de África, y el segundo extiende su distribución hasta Oceanía. Sin embargo, estos pequeños reptiles son de los más dispersos por el mundo, ya que cuentan con un grandioso poder adaptativo que les ha permitido colonizar casi todos los ecosistemas donde han llegado. Esto, en gran parte, con la ayuda del hombre, trasladándolos en los barcos transatlánticos, permitiendo su expansión por todo el planeta Tierra.
En Panamá estas dos especies se encuentran prácticamente en todos los hogares y son una parte más de la familia. Se les puede ver andando por nuestras paredes y de manera más común en las noches, cerca de las lámparas donde llegan a cazar los insectos que son atraídos por la luz.
Estas pequeñas lagartijas son excelentes depredadores con una dieta que va desde mosquitos hasta cucarachas, siendo controladores naturales de los insectos que habitan en los hogares.
Mitos
En el país existen decenas de mitos sobre estos grandiosos animales: desde que son venenosos hasta que son capaces de dejar ciega a la persona que los toque. Sin embargo, todo esto es falso, son animales inofensivos y sin toxicidad alguna, capaces de abandonar su cola al sentirse amenazados, cosa que tiene mucho sentido si se considera el costo de perder una parte del cuerpo versus perder la vida. Pero no hay de qué preocuparse, ya que la cola vuelve a regenerarse con el tiempo.
Promedio de vida
Los geckos caseros llegan a medir hasta 15 centímetros de largo y vivir unos cinco años en promedio. Para el momento del apareamiento se pueden observar los machos cortejando a las hembras en una danza que puede durar varias horas, hasta que esta acceda al apareamiento.
Es muy común escuchar que los geckos caseros han desplazado a nuestro gecko nativo (el gecko del cuerpo negro con cabeza naranja, Gonatodes albogularis), asunto que no es cierto, ya que estos habitan nichos distintos. El famoso gecko negro de cabeza naranja posee garras en las patas, lo que le impide trepar por las paredes lisas, por eso es frecuentemente visto fuera del hogar, en los jardines y demás Antes se le solía ver dentro de las casas, pues las paredes eran de barro o estaban sin repellar, lo que les facilitaba escalar por ellas.