En esta crítica estoy dejando de un lado lo que se supone es sagrado para un show dizque de información: el respeto a su set, que en este caso, fue dementemente pisoteado, pero auspiciado por el canal. Y es que el pasado miércoles, mientras monitoreaba televisión, pensé que estaba teniendo un déjà-vu y que había vuelto el show Las Gatitas de Porcel, que por error estaba viendo A Gusto Night, Porno TV o que TVN había logrado los derechos de Miss Playboy TV, pero no, lo que estaba sintonizando era el show hot de Carolina Dementiev, dentro de la emisión de ese programa de entretenimiento nocturno que se llama La Última Hora conducido, esa noche, por Ubaldo Davis.
Dementiev decidió, sin justificación alguna, más que la de ser una perfecta exhibicionista, salir en vestido de baño para enseñar, imagino, su cuerpo o como declaró, cumplir con una idea de Fernando Correa.
Quiero pedirle disculpa a, Nairobi Dacosta, porque creí, sinceramente, que con ella habíamos visto todo lo malo que una dama podría hacer en televisión, ¡pero no!, Carolina Dementiev superó, con creces, todo el irrespeto que se puede tener una mujer. Demostró todo lo que puede hacer una mujer en televisión para denigrarse, auto irrespetarse y venderse como símbolo sensual, perdón, sexual.
Esta joven, todo lo que había capitalizado a su favor en Al Descubierto, todo el entrenamiento que sé recibió para ser una buena conductora de televisión lo tiró, con ella incluida, en una gran zanja de aguas excretas. Qué manera de demostrar no tener nada en la cabeza y creerse la mamacita de la televisión para ser el deleite de la comparsa de quezúos que ahí estaban. Quiero pensar, que no midió lo que hacía, que estaba fuera de sí y que después de eso, la gente de TVN la llevó a hacerse un exorcismo porque aquí lo triste es que, con toda su belleza, con su hermoso y bien formado cuerpo y con su porte de reina, tenga que recurrir a explotar su cuerpo sin necesidad alguna. Es lamentable que cuando apenas inicia su carrera profesional en televisión tenga que evidenciar que sus 90-60-90 no los tiene precisamente en el cerebro.
Con todo lo que yo pueda criticar a Wyznick Ortega, jamás la he visto hacer semejante muestra de estupidez a cuadro. Con todo el cuerpazo que tiene Blanca Herrera, jamás la he visto salir en vestido de baño ni porque Annette Queen haya dizque pronosticado una inundación; entonces la interrogante es: ¿qué mensaje quería enviarnos ella? ¿Qué quería demostrar? ¿A quién se quería mostrar? ¿Qué buscaba? ¿Por qué ese destape y descontrol? ¿Por qué manchar su carrera que aún está en pampers? ¿Creía que los que estaban en el estudio y a los que Davis calificó atinadísimamente de tener la cabeza llena de yogurt iban a ir corriendo a taparla? ¿Qué no la iban a lujuriar y a pedirle cual coro de borrachos en un ' tabledance': que se lo quite, que se quite, que se lo quite? ¿Saben qué es lo peor? Que ella en su descontrol se reía, se hacía la loca y aplaudía.
Y no, no se equivoque, aquí no es si salió en vestido de baño, en hilo dental, en bikini, nadakini o tapa rabo. Aquí es el recurrir sin necesidad ni justificación profesional a quemarse a cuadro y vendernos ser la buenona de la noche cuando con la elegancia que la caracteriza pudo haber dado cátedra de buen gusto y no quedar como una más de las que quieren ser famosas a costa de escándalos, de enseñar cuerpo y de demostrarnos que las celulitis que no tiene en su cuerpo le sobra en el cerebro. Si tiene vergüenza, que le ofrezca disculpa a su dignidad, a su incipiente carrera y a su conciencia si es que tiene. Ahí lo único que faltó fue que gritaran pelo-pelo. ¡Demen-T!