Ya nadie habla de que los Diablos rojos ahora son verdes se han tomado las calles otra vez. Lo peor es que todos están para el área este, como si los que viven allá no tuviesen suficiente con pasar la mitad de sus vidas metidos en tranques y sufriendo el pésimo servicio de metrobús. Aunado al estrés que a diario viven, tienen que recurrir a gastar más dinero y arriesgar sus vidas en los piratas, que al parecer también llegaron para quedarse. Esto es como en el lejano oeste, la ley del más malo es la que impera.
El panameño paga por comer aire y para colmo caro. Así es, la mayoría de los panes que venden en panaderías y hasta en supermercados no cumplen con lo establecido en la ley, porque no pesan absolutamente nada y poco a poco aumentan cada vez más de precio. ¿Quién le pone el cascabel al gato?