La entrevista que el presidente de la República ofreció a la periodista Jenny Pérez, en exclusiva para la televisión alemana DW fue para morirse de la vergüenza. No solo por lo poco preparado que lució, sino porque no pudo sustentar con vehemencia ninguna de las respuestas a los cuestionamientos de la periodista, que por cierto, estaba bien empapada sobre lo que acontece en Panamá. Esto debe ser tomado, sin lugar a dudas, como un llamado de atención: No puede seguir con el mismo discurso.
Y es que seguir culpando a los medios de comunicación de su pésima administración o llegar a decir que la SIP se equivocó al hacer el llamado de atención, o que lo de los papeles de Panamá es una novela, o peor, querer vender que en nuestro país todo va de las mil maravillas solo lo llevará a volver a hacer el ridículo.