Puertos vacíos, ruinas tristes y multitud de policías fuertemente armados era la imagen desoladora que presentaban los principales lugares turísticos de Túnez, 48 horas después del cruento ataque al Museo del Bardo, en el que murieron 23 personas, 20 de ellas turistas extranjeros.
La estampa habitual de cualquier mañana de marzo, inicio de la temporada alta de cruceros en Túnez, era la de los muelles plagados de grandes barcos y multitud de turistas de todo el mundo alegres en un relajado ir y venir por las escalerillas. La mayoría de los cruceros han cancelado su escala.