Hay experiencias que nos marcan. Yo acabo de vivir una de ellas. Cuando escribí esta columna, iba rumbo a tomar un avión en el Aeropuerto de Taipei, en Taiwán, con destino a Panamá.
La semana pasada estuve en la ciudad de Taichung para participar en un encuentro enriquecedor de mujeres Periodistas y Escritoras.
Yo solo soy periodista, de más está decir que no soy escritora. Esa es una casta privilegiada de mentes brillantes, de almas guerreras que parecen ver lo que el resto de los mortales apenas si percibimos y que, además, pueden plasmarlo con palabras entrelazadas que transmiten, no solo conceptos, sino matices, luces y sombras, ira, amor, odio y pasión.
No, yo si acaso soy escribidora, pero al conocer de cerca a estas mujeres de diversas partes del mundo, aterricé una vez más en lo que llamamos el mundo real, en aquel de "solo sé que nada sé".
Pero, ojo, sigo tratando de aprender, porque me hace sentir viva y con los pies sobre la tierra .
El XX Encuentro de Mujeres Periodistas y Escritoras, organizado por el Capítulo de Taiwán de la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (AMMPE) fue una experiencia enriquecedora, porque además de analizar el tema de las redes sociales y la era SoLoMo, sirvió para zambullirse en otras culturas, palparlas, vivirlas y absorber lo mejor de ellas.
El arte culinario y la cortesía taiwaneses no tienen parangón.
Al regresar me siento más sabia, especialmente porque me siento más consciente de mi ignorancia.
Gracias, Taiwan.