La comunidad darienita de Jaqué, muy cerca de la frontera con Colombia, en muchos aspectos refleja la realidad de la "provincia olvidada de Panamá".
Lo primero que resalta es su belleza natural, algo que es ignorado por el Gobierno, que no termina de ejecutar una política turística que incluya a los pueblos de Darién, sobre todo a los de difícil acceso.
Y lo segundo es la alegría característica del darienita, algo que en Jaqué es fácil de percibir entre los niños y niñas que regalan entusiastas sonrisas a los pocos visitantes que llegan al pueblo.
Alegría infantil
día a día recorrió la playa y las veredas de esta pintoresca comunidad, donde se pudo advertir la presencia de niños en cada rincón.
"En Jaqué, como en la mayoría de los pueblos de Darién, hay muchos infantes y son ellos los que le dan alegría a la convivencia familiar", explica la activista comunitaria Maritza González. "Y esta alegría infantil agrega- se mantiene por encima de los problemas sociales y carencias que les afectan", afirma González.
Los chicos del corregimiento de Jaqué, distrito de Chepigana, no escapan a una realidad latente en la provincia, y que se acentúa en las zonas más apartadas.
Desde desnutrición, falta de centros escolares, trabajo infantil hasta la persistente falta de oportunidades para su desarrollo socioeconómico.
A pesar de todo esto, los niños y niñas de Jaqué siempre reciben a los visitantes con una sonrisa, y se muestran emocionados de salir en las fotos viajeras.
Carencias
El profesor Víctor Concepción explica que una vez que salen de la escuela, tampoco tienen lugares acondicionados para su sana recreación.
"Hay un parque que está muy abandonado. Y por meses se ha estado luchando para que la única cancha comunitaria tenga luminarias, pero no hemos recibido el apoyo de las autoridades", lamenta el docente.
Pero ante la falta de lugares para la distracción, los niños de Jaqué disfrutan de las tardes en "La Punta", como le llaman al área del estero, donde converge el río con la entrada del mar.
Allí realizan rondas infantiles que ya casi no se ven en las ciudades, juegos en la arena y hasta competencias con sus pequeñas piraguas ¡toda una aventura!
En el caso de los más grandecitos, se adentran en la playa a mar abierto, a iniciarse en la pesca, o simplemente realizan la caminata de 5 kilómetros de playa que adorna a Jaqué, mientras disfrutan cada día de la postal natural de la caída del sol en el mar.
En Jaqué, como en muchos pueblos de Darién, la población juvenil enfrenta una reducción dramática, ya que ante la falta de oportunidades, abunda la migración hacia la ciudad de Panamá y San Miguelito.
Jaqué está compuesta por una mezcla étnica de colonos, indígenas Emberá Wounaan y negros. También hay mucha influencia de desplazados colombianos.
Los chicos en edades escolares de Jaqué viven en constante exposición al flagelo de la deserción escolar, que está entre el 10% y el 15%.
La escuela atiende a 400 estudiantes, a quienes les gusta mucho aprender.