Preparación psicológica: Un tirador debe saber dominar su estado emocional para conseguir la perfecta estabilidad de su cuerpo, manteniendo relajados todos los músculos.
La postura más aconsejable es aquella que proporciona mayor estabilidad y equilibrio al cuerpo, así como mayor rapidez de encarar cuando se trata de abatir un blanco en movimiento y menor superficie vulnerable a las balas del enemigo. Lo principal es la comodidad.
La función de cada uno de los dedos de la mano que empuñan el arma es la siguiente:
Dedo índice: La yema del dedo se apoya en el gatillo sin hacer presión.
Dedo corazón: Anular y meñique: aprietan la culata sobre la palma de la mano, para sujetarla con firmeza. El dedo pulgar: Colocarlo sobre la culata (parte posterior de un arma) sin presión, solo descansando en ella.
Al disparar hay que evitar el tiro o movimiento brusco del dedo sobre la cola del disparador que desviaría la boca del arma hacia el suelo, para ello, lo más recomendable es disparar en acción doble, lo que permite un tiro más preciso.
Línea de mira correcta: Para una puntería correcta, es necesario que las partes superiores del alza y el punto de mira se encuentren en la misma línea visual que el blanco y que entre el alza y el punto de mira exista la misma luz.
Cada tirador tiene una posición del dedo índice con la que acciona el gatillo, no produce desvío lateral en el arma o está en el mínimo. Esta posición hay que buscarla y entrenarse con el arma descargada para acostumbrarse a accionar el gatillo; para evitar daños al arma, no deben colocarse en el tambor o en el cargador cartuchos disparados.