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Maestra, amiga y profesional
Yanelis Domínguez / Niños Sus estudiantes no pierden el tiempo para demostrarle el cariño que le tienen.Una mujer dulce es María Cunningham, quien con su deseo de ayudar a los demás siempre ha logrado ejercer los oficios que más ha anhelado; ella se encarga de cuidar y vigilar a 12 niños en un centro de orientación infantil (Coif) que funciona en Curundú, labor que realiza con gran pasión, pues para ella los pequeños representan más que sus alumnos, son parte de su vida y por eso los adora.Esta joven, quien desde pequeña sintió la vocación de estar con los niños, aseguró que además de enseñarles lo esencial en la escuela, les da cariño y siempre que puede les da consejos, ya que ellos viven en áreas de riesgo social.Además de ser maestra, Cunningham sabe tocar el piano y otros instrumentos en la iglesia Hosanna, donde se congrega y habla de la palabra de Dios, por lo que es considerada polifacética.Ella cree que la familia y los niños son piezas importantes en la vida, por eso deben ser cuidados muy bien para ser felices.Una de las experiencias que más le ha tocado el corazón es cuando llega la hora de la siesta en la escuelita y todos los niños quieren dormir con ella, se apretujan todos juntos y ella queda incómoda, pero a pesar de que no se puede ni mover, los deja, ya que ellos necesitan dormir para estar sanos.Esta educadora pasa casi ocho horas con sus alumnos todos los días, por lo que ya los conoce bien a cada uno, cómo tratarlos y lidiarlos en una situación externa a la clase, además, graciosamente se conoce los nombres y apellidos de cada uno de los pequeñines.Solo pide a Dios que le dé salud y a sus niños, por eso siempre que puede en clases le agradece a Dios, y su profesión la seguirá realizando hasta que sea posible, ya que le gusta mucho.
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