Periódicamente, me duele la espalda, como trabajo manejando un taxi, pienso que pueden ser los riñones aunque me he hecho varias veces exámenes de orina y mi médico insiste en que no es una infección urinaria, sino un dolor de espalda. Sobre todo porque el dolor me corre hasta la rodilla.
El dolor en la espalda baja se origina por distintas causas y formas, siendo las más comunes el estrés, el sobreesfuerzo físico y las malas posturas. Muchas personas al conducir tienden a colocar todo su peso en la espalda en lugar de hacerlo en los glúteos y esa mala postura produce una contractura muscular dolorosa, ese puede ser tu caso. Por otro lado, existen diferentes fuentes o tipos de dolor lumbar; el dolor facetario, en el cual existe una inflamación de articulaciones entre las vertebras, otro tipo de dolor lumbar es el producido por una lesión del disco intervertebral, otra fuente de dolor es la compresión radicular donde la vértebra comprime la salida de los nervios que se dirigen hacia las piernas (el dolor irradiado hacia las piernas) conocido como ciática, también se puede dar dolor por una contractura muscular, una disfunción de la articulación sacro iliaca, o por algún órgano que refleje su disfunción en la zona lumbar, como los riñones e intestino delgado.
La mejor prevención para los dolores de espalda es evitar los movimientos bruscos, adoptar buenas posturas, calentar antes de hacer ejercicio, evitar el sobrepeso y la obesidad. Básicamente hay que tener en cuenta: las normas de higiene postural y ergonomía, el ejercicio y la actividad física.
Muchas lumbalgias son causadas por posturas inadecuadas y sofreesfuerzos en el trabajo, las actividades domésticas y los deportes. Se debe tener especial cuidado al mover o levantar pesos y, en general, las inclinaciones forzadas de la espalda deben evitarse a toda costa. En el movimiento o levantamiento de pesos debe evitarse la posición en la que se inclina la espalda y se debe adoptar la siguiente posición: Bajar el cuerpo para coger el peso: doblar las rodillas con la espalda recta para que la fuerza se haga con las piernas y no con la espalda. Nunca se deben tener las piernas rectas. El peso a levantar debe colocarse pegado al cuerpo (tronco). Al levantar el peso: estirar las piernas (que estaban flexionadas) manteniendo la espalda recta con el peso pegado al cuerpo. Al dejar el peso: si el lugar a dejar el peso está a la misma altura que el tronco: dejar el peso sin separarlo del tronco. Si el lugar a dejar el peso está a una altura inferior al tronco: bajar el tronco doblando las piernas por las rodillas y manteniendo la espalda recta. Si el lugar a dejar el peso está a una altura superior al tronco: utilizar una escalera y subir por ella, con la espalda recta, hasta que la altura del tronco alcance el lugar donde dejar el peso. No dejar nunca el peso a una altura superior a la que se encuentre pegado al tronco, ya que obligaría a forzar la espalda.
El ejercicio físico y la actividad física de manera regular disminuyen el riesgo de padecer lumbalgia. El sedentarismo aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda y el reposo en cama el riesgo de que este dolor se prolongue por más tiempo y reaparezca más fácilmente. La práctica continua y no intensiva de deportes (se recomienda la natación) se considera útil siempre y cuando no esté contraindicada por el médico -especialmente en quienes padecen o han padecido lumbalgia.
El ejercicio físico está contraindicado durante la crisis aguda de dolor, pero no ocurre así con el dolor crónico, ya que mejora la incapacidad y el grado de movilidad y autonomía del paciente. Los ejercicios para prevenir la lumbalgia suelen incluir aquellos que movilizan abdominales, dorsolumbares, cérvico-dorsales, glúteos y cuádriceps; estiramientos dorsolumbares, movilizaciones, estiramientos isquiotibiales, estiramiento del psoas ilíaco, estiramiento del cuádriceps, estiramiento de glúteos y piramidal, estiramiento del trapecio y del esternocleidomastoideo.
Ante una crisis de lumbalgia, las recomendaciones basadas en la evidencia científica disponible coinciden en desaconsejar el reposo en cama como tratamiento del dolor de espalda. En algunos pacientes, la intensidad del dolor puede obligarles a quedarse en cama durante unos días, habitualmente no más de 2, especialmente cuando hay dolor irradiado. Pero eso debe ser considerado una consecuencia del dolor, y evitado cuando es posible. No es por tanto un tratamiento, puesto que no tiene ningún efecto benéfico sobre la duración del episodio. Debe mantenerse el mayor grado posible de actividad física. La ausencia de actividad física retrasa la recuperación. Se debe acudir a un profesional de la medicina para la evaluación diagnóstica y tratamiento apropiado que probablemente incluirá analgésicos, opiáceos menores, antiinflamatorios y miorrelajantes siempre que no exista contraindicación, así como terapia física y postural.