Yo no escribo de pleque pleques porque creo que no aportan absolutamente nada positivo a quienes queremos y creemos en una buena televisión, por lo que le pido que para leer y sobre todo comprender esta columna se sustraiga de sus pasiones y fanatismos de si usted es de Punta Fogón Unido, de Calle Arriba o si es de Calle Abajo de Las Tablas o de si es el rey o la reina del grillo.
Lo que está pasando con el Carnaval tableño, para efectos de televisión se tiene que ver desde muchos ángulos porque la disputa de grupos se traslada también a pantalla más allá de la misma ciudad de Las Tablas o de los reportes en los informativos y le explico.
Gústele a quien le guste, el Carnaval de Las Tablas es la mayor y mejor representación de Panamá cuando de Carnavales del país se habla, ya sea local o internacionalmente, de ahí que con astucia la gente de Telemetro desde hace más de 20 años se apoderó de estas fiestas y transmite en directo el Carnaval, reitero, de mayor exposición del país.
Sí, porque el de Las Tablas es el de mayor proyección internacional cuando de fiesta de Carnaval panameño se habla. Esa es una realidad. Punto.
¿Qué quiero decir con esto? Que cientos de personas, fuera y dentro de Panamá conocen, disfrutan, viven el Carnaval de Las Tablas gracias a las transmisiones de Telemetro, pero mucho más importante aún, miles de personas se pegan a Telemetro, ya sea en televisión abierta o por internet, en Panamá o en el extranjero y conocen una de las tradiciones más arraigadas del país como lo es el Carnaval.
Siendo así, la disputa de grupos, los que sean y la inacción de las autoridades responsables de encontrarle solución a la disputa van a perjudicar no solo la exposición de tradiciones y costumbres, también y mucho peor aún, el folclor que en este caso refleja el Carnaval de Las Tablas en sus diferentes formas porque la gente de Medcom muy bien podría decir: no transmitimos más este Carnaval, porque para efectos de rentabilidad y ratings la disputa los está perjudicando, la inactividad de las autoridades en solucionar el problema también los perjudica a ellos y a las marcas patrocinantes de la transmisión.
Si con dos reinas, que es la tradición, las transmisiones se extendían hasta pasadas las 12 de la noche. Con tres es casi una maratón que no aguanta nadie y el resultado, tarde o temprano, va ser que la máxima exposición del Carnaval de un país sea suspendida porque no es sostenible para pantalla Telemetro ni para ninguna. ¿Quién pierde realmente aquí? El Carnaval como muestra del folclor del país. Como muestra de las tradiciones de Azuero. Pierden los artistas, artesanos y diseñadores, ya que las personas no pueden ver sus obras. Pierden las personas que hacen polleras porque sus hermosos trabajos, únicos en el mundo y cada vez más admirados, dejarán de verse, ese día en televisión nacional si las transmisiones no se dan o las tunas hacen imposible que Telemetro pueda cumplir con anunciantes y con su audiencia en los horarios.
¿Comprenden ahora por qué esto va más allá de qué tuna salga y cuál no? Analícelo sin coronas ni mariconadas y bájese del grillo para que comprenda. Se van a perder los espacios para la proyección de la fiesta más representativa del folclor panameño porque la disputa o inacción de las autoridades está ocasionando poco a poco, entre otras cosas, que el Carnaval de Las Tablas tenga una exposición tan importante y en directo para Panamá, panameños y extranjeros en el exterior como la que les da Telemetro.
Sí, la tradición son dos reinas y eso es una realidad, pero aquí el prejuicio va más allá de eso porque lo que está pasando perjudica en Carnavales-la economía de la región perjudica en asistencia porque es engorroso y maratónico ese desfile de tres reinas, perjudica la promoción del Carnaval como un todo, perjudica el folclor, la cultura, la tradición y entre un montón de factores más en los que salen perdiendo, perjudican la transmisión para televisión. Ya es hora de que las agrupaciones involucradas y las autoridades encargadas se quiten la corona de la arrogancia y solucionen el problema. No hacerlo es no querer el folclor y al pueblo que tanto dicen representar.