Creo que son pocas las personas que no están contentas con el pase de nuestra selección mayor de fútbol al Mundial de Rusia 2018. Obvio, es su derecho. Fue precisamente el lunes pasado que escribí sobre la televisión-fútbol-usted y la relación entre los tres por el catastrófico 4-0 de Estados Unidos a Panamá.
Lo que pasó en televisión el martes con el partido entre Panamá y Costa Rica es para análisis frío porque ahí vimos de todo. Ahí se perdieron todos los controles y quedaron al descubierto todas las pasiones que este hecho despertó y aún hoy despierta. Vimos la doble moral de algunos presentadores o narradores que cuatro días antes despotricaban de los jugadores/técnico, y a los que con el resultado del martes se les olvidó todo el veneno que destilaron. Observamos en directo y grabadas las reacciones humanas no profesionales de algunos narradores o comentaristas. Escuchamos a muchos demeritar el logro del equipo, a otros aplaudirlo y terminamos con transmisiones maratónicas hasta casi el amanecer, entre muchas cosas más. Eso, en resumen.
Lo del lunes fue maravilloso en todos los sentidos porque se hizo televisión, de antes y de ahora. La tradicional y la moderna. Pensada e improvisada. Se hizo televisión con amor. Con amor a sus marcas-empresas, con amor al deporte de multitudes, con amor a su selección, con amor al país. Sí, suena contradictorio que yo, que siempre como crítico pido que se haga televisión profesional, no con el hígado ni con el corazón, ahora aplauda que se haya hecho televisión con el corazón.
¿Por qué? Porque estamos hablando de que vimos entrega de todas las marcas televisivas como equipo y no se escatimó en tiempo, tecnología ni fuerza humana. Importó poco tener los derechos de transmisión o no, el fútbol secuestró la televisión. El fútbol y nuestra tan criticada selección golearon a las televisoras NEX, TVN, Medcom y hasta Sertv. Sí, pudieron ganar mucho dinero y puntos de "rating", pero la selección hizo lo que le dio la gana con ellos. Desde hacerlos rabiar el viernes y asustarlos por sus proyecciones de ingresos en el 2018 hasta hacerlos llorar el martes por una misma razón: un sueño.
Al aire fue poco el individualismo de los presentadores y mucho el trabajo de equipo-marca. Se observaron cambios para bien y para mal, pero con un solo fin, mover a las audiencias, ganarse a las audiencias, vender anuncios, una buena exposición de las marcas, transmitir emociones, contagiar con las transmisiones, atormentar con las promociones excesivas y todo eso, gústenos o no, es la televisión. Entiéndase, un negocio.
Esto es simple. La televisión del pasado lunes tiene muchas lecturas y visiones dependiendo de quién la observó. Algunas básicas, unas tontas, unas realmente importantes y otras que se aplauden, como por ejemplo que alguien por fin en Telemetro Reporta comprendió que los anchors estelares y no estelares no son fanáticos sentados en un set de noticias y tienen que vestirse como lo que son, anchors. Alguien entendió que por mucho que se ame a su país y a su selección, un anchor no va en t-shirts a leer noticias, aunque sea de la selección y ese día juegue nuestro equipo. Eso ni es profesional ni se veía profesional.
Pero también vivimos momentos de suprema emoción como los videos fuera de cámaras de los narradores estelares de RPC y TVMax llorando cual niños por el pase de Panamá al mundial. Escuchamos los gritos descontrolados pero emocionados de Remón, Rivera, Samudio y esta vez a pocos molestó y a este último, Samudio, hasta le escuchamos una palabra hedionda, muy hedionda, al aire que todos le hemos disculpado, hasta la Asep, por el momento de la emoción.
Y ni hablemos de las transmisiones ininterrumpidas desde el estadio, de la gente celebrando en las diferentes calles, en los bares o el gol de TVN Noticias a Telemetro Reporta de llevar a la Sra. Siria Miranda en otro carro cisterna transmitiendo en directo todo el recorrido de la selección.
Lea bien, las televisoras leyeron lo que movería a las audiencias. Tenían su plan gana la selección y su plan pierde la selección. Su plan vamos al repechaje y su plan vamos al mundial, y eso es hacer televisión en directo. Tener las alternativas planificadas para que, al momento de accionarlas, estemos en el lugar de los hechos, compitamos con el adversario y hasta metamos goles.
A los detractores de la televisión, no podrán negar que hay un antes y un después del partido del martes. Un antes y un después de estas transmisiones con errores y aciertos. Un antes y un después para todos a los que les correspondió narrar el momento. Un antes y un después para la industria como negocio y para las marcas patrocinantes. ¿Cómo hubiésemos visto el partido si no es por la transmisión por televisión en un estadio que solo tiene 25 mil butacas para un país de 4 millones? ¿Cómo hubieran visto las celebraciones en la capital hasta la madrugada la gente en el interior si no es por la televisión?
Piense en lo bueno de la televisión, que tiene mucho y que está hecha por gente como usted y como yo, que se emputó el viernes, que se ilusionó el martes en la mañana, que lloró y celebró en la noche y madrugada. Critiquemos lo criticable y reconozcamos los aciertos. Eso es la televisión: emociones.
A los detractores de la televisión, no podrán negar que hay un antes y un después del partido del martes. Un antes y un después de estas transmisiones con errores y aciertos.