El fenómeno Lucy Jaén

Ayer, a las 7:27 de la mañana, falleció Lucy Jaén, la dueña de una potente voz con la que recorrió varias latitudes dando a conocer quiénes éramos los panameños a través del tamborito.

Su voz la hizo famosa, pero a diferencia de otros que exaltaron lo nacional, ella seguirá vigente en la memoria colectiva de los panameños.

 Irónicamente nunca vivió de su talento y lo que tuvo (legado personal) lo logró con trabajo y no por su voz.

Ella al igual que otras figuras emblemáticas de nuestra cultura, se fue sin que el Estado reconociera materialmente lo que ella valía como artista y símbolo nacional.

 En los últimos dos años recibió reconocimientos, homenajes y una importante exposición mediática lo que la convierte en un fenómeno, pues no es común en la cultura panameña reconocer el valor de los que en el pasado brillaron.

El caso de Lucy fue diferente, ella era una mezcla de muchas cosas.

 Lo primero, su talento.

Su voz será muy difícil de copiar y según conocidos era tal la potencia de sus cuerdas vocales que durante los carnavales en su pueblo natal Santo Domingo de Las Tablas cuando Lucy “rompía” a cantar era fácil escucharla a un kilómetro de distancia, y prueba de ello fueron sus últimas producciones junto al sello Tamayo en las que demostró, a pesar de su edad, su calidad vocal.

  Su gran belleza.

Indiscutiblemente fue una mujer bella físicamente, unos hermosos ojos verdes fue su carta de presentación y aunque no vivió del espectáculo como lo mencioné en líneas anteriores, definitivamente que ser bella le abrió puertas.

 Pero nada de eso tendría valor sin el don de gente con el que nació esta mujer, en el que el sentido del humor, característico de nuestra gente interiorana, era evidente.

A ello se le suma su gran humildad.

Sí, una cualidad de la que hoy adolecen muchas figuras de “show business” criollo.

Todo esto fue Lucy Jaén, un ente folclórico que contagió a la gente joven con su voz, un eslabón entre el pasado y el presente del tamborito, un símbolo nacional, nuestra Lola Flores, de allí su mote de “La Faraona del Tamborito”.

En los próximos días seremos testigos del homenaje que un pueblo rinde a una mujer que le cantó toda su vida.