Adicción a los antidepresivos

El 10 de octubre se conmemoró el día Mundial de la Salud Mental.

Es una fecha instituida para recordar la importancia de la promoción de la salud mental y del diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales.

Dado que en octubre también se promueve la prevención del cáncer, para muchos el día de la Salud Mental pasa inadvertido.

Por eso, consideramos prudente desarrollar uno de los temores relacionados con el tratamiento de los trastornos mentales: que la persona que los padece se haga dependiente a los medicamentos.

En reiteradas ocasiones, pacientes y familiares señalan: “No quiero depender de los medicamentos”.

En el caso de los antidepresivos se considera que no producen hábito, aunque su supresión brusca puede causar efectos adversos.

Es similar a lo que sucede con una persona diabética, si deja de aplicarse la insulina, va a presentar los síntomas de la enfermedad y requerir volver a utilizarla, no se puede considerar que sea adicto a la insulina, aunque sí la necesita.

En general, las sustancias que crean adicción producen cambios en el estado de ánimo, un deseo incontrolable de utilizarla por encima de otros intereses, tolerancia (se requieren mayores dosis para conseguir el mismo efecto) y abstinencia (síntomas desagradables al descontinuar o disminuir su uso).

Por ejemplo, el café estimula el estado de alerta, al principio, probablemente bastaba una taza, pero con el tiempo se toma más (tolerancia) y si no se toma al menos una taza al día, puede tenerse un dolor de cabeza u otros síntomas desagradables (abstinencia).

El café contiene sustancias adictivas.

Por otro lado, los antidepresivos crean poco o ningún cambio inmediato en el estado de ánimo, requieren normalmente varias semanas para comenzar a tener efecto y no tienen las características adictivas de otras sustancias, como la nicotina, la cafeína, y otros estimulantes.

Los antidepresivos no cumplen los requisitos, generalmente aceptados para hablar de adicción.

Aunque determinados antidepresivos pueden originar síntomas de privación (síndrome de abstinencia) al retirarlos, no producen impulsos de volver a las dosis anteriormente tomadas.

Con el fin de evitar esos síntomas de privación, se sugiere no retirar un antidepresivo en forma súbita, sino disminuir lentamente la dosis en un periodo de varias semanas.

Los antidepresivos actualmente se utilizan para indicaciones diferentes a la depresión, que incluyen: trastornos de ansiedad (ansiedad generalizada, fobias, somatización, disociativos, conversivos), trastorno de personalidad, incluso para síndromes dolorosos (dolor neuropático).

Si bien no producen adicción, en ningún caso deben tomarse sin prescripción médica.

La selección de un antidepresivo y de la dosis adecuada para un determinado caso y una persona específica, es un proceso largo y complicado que requiere el conocimiento de un profesional.

Al principio del tratamiento antidepresivo se pueden tener pensamientos de suicidio, así como aumentar la ansiedad.

En ciertos casos, un antidepresivo puede asociarse a cambios en el estado de ánimo bruscos (manía, hipomanía, psicosis).

Un profesional de la salud debe monitorear al paciente para actuar oportunamente, si se presenta alguna de estas situaciones.