Para Carlos Beltrán, el momento no pasó desapercibido. Ocurrió pocos minutos antes del inicio de la parte baja del segundo inning, en el primer juego de la Serie Mundial.
El outfielder fijó su vista en el mar de gente de pie en la sección 35 del center field mientras trotaba para tomar su puesto en el jardín derecho.
Entre innings, Henry Mahegan, la voz del Fenway Park, reconocía a los scouts del equipo, aparte de los entrenadores de ligas menores y personal de desarrollo de peloteros entre innings. Beltrán sabía que su amigo de la niñez Edgar Pérez estaba entre los aplaudidos por los 38,000 fanáticos asistentes. Y ocurrió.
Carlos estaba mirando hacia nosotros. Voy hacia un lado en el cual me pueda ver. Me saludó al ondear su mano y asentir con su rostro, dijo Pérez, quien ha sido scout por 16 años.
Beltrán y Pérez crecieron a menos de kilómetro y medio de distancia entre ambos, en la pequeña municipalidad de la costa norte boricua. Por una década fueron compañeros de equipo en las escuadras de pequeñas ligas del barrio Boquillas. Sus posiciones cambiaron con el pasar de los años. Beltrán fue una vez campocorto y Pérez era el receptor del equipo.