La artesanía es el alma de Dios, para todo el que se dedica a aprender este ejemplo de nuestros abuelos que dejaron la enseñanza de cómo cuidar la planta de la bellota, pero no solo este verso estaba impreso, sino que esta artesana lo recitaba con sencillez y mucho entusiasmo.
Su mamá fue la que le enseñó a tejer con gran maestría el cogollo. Ese conocimiento María se lo pasó a sus hijos, quienes se compraron sus cuadernos y los útiles escolares confeccionando y vendiendo artesanías.
De este noble profesión María está satisfecha, porque con trabajo y mucho esfuerzo construyó su casita y pudo educar a sus ocho hijos, que la llenan de orgullo, porque en la actualidad son todos unos profesionales.
Esta talentosa artesana sueña con la construcción de un taller, pero lamentablemente no cuenta con los recursos económicos para hacerlo. A pesar de eso no deja de soñar, pues sabe que con el favor de Dios ese sueño tan lejano algún día puede convertirse en realidad.
De momento trabaja duro en el puesto que tiene en el Mercadito Artesanal de Penonomé y en el que tiene en El Valle de Antón, vendiendo sus artesanías a nacionales y turistas, que al ver su trabajo quedan enamorados.