Presidente de la Sociedad Panameña de Pediatría
Es importante recalcar que las vacunas constituyen un gran logro de Salud Pública del siglo XX, en materia de prevención de enfermedades que pueden afectar seriamente a los niños y dejarles secuelas que repercuten en su calidad de vida.
En nuestro país, el esquema de vacunación es bastante completo y está a la par de otros países de Latinoamérica como México o Costa Rica.
Por el momento, sólo nos hace falta implementar las vacunas de varicela y de polio inactivado, las cuales le son aplicadas a pacientes de riesgo en las instituciones del Estado, así como a pacientes que lo soliciten en las instituciones privadas.
Nuestro más reciente logro en materia de vacunación a nivel nacional, ha sido la implementación de las vacunas contra el papiloma virus en niñas a partir de los 10 años y contra la bacteria neumococo (13 cepas), disminuyendo de esta manera la incidencia de complicaciones asociadas como la meningitis, otitis y enfermedad invasiva.
Las vacunas no están exentas de ocasionar reacciones en distinto grado: leves, moderadas o severas (estas últimas bastante infrecuentes), las cuales pueden estar en relación a los componentes de la vacuna o a la idiosincracia del paciente, es decir, cómo el paciente reacciona a la vacuna.
Es importante orientar a los padres de familia en relación a las potenciales reacciones adversas que pueda presentar el paciente. En algunos casos, se puede premedicar al paciente con acetaminofén, sobre todo con la vacuna contra difteria, tosferina y tétanos, DPT, la cual se aplica a los dos, cuatro y seis meses, con refuerzos al año y medio y a los cuatro-cinco años, ya que se asocia a fiebre e irritabilidad en los primeros meses de vida.
Generalmente, las enfermeras y pediatras encargados de la vacunación explican acerca de reacciones que puede presentar el niño en las primeras 24 a 48 horas posterior a la administración de las vacunas.