Ricardo Medina no es el culpable del fracaso
@eagonzalezg
La palabra fracaso se respira hoy en toda la provincia de Los Santos.
En cada rincón de esta provincia, en donde se lleva el deporte del béisbol en la sangre, no es de extrañar que se ruede una y otra vez esta película de terror que terminó con la coronación de la novena de Herrera en la versión 48 del Campeonato Nacional de Béisbol Juvenil.
Una funesta derrota que ha quedado clavada como un puñal en el corazón de los fanáticos santeños, que aún deben tener caras de incrédulos. Rostros de frustración porque aquel título de campeón que se paseará por Herrera lo llegaron a tener, prácticamente, en el bolsillo.
Sí, así como leen, en el bolsillo, a falta de tres "outs" y con una clara ventaja de dos carreras.
¿Remontada? Les aseguro que en esa parte de la novena entrada, con el marcador 4-2 en contra, ni el más fiel fanático de Herrera creía que esta se podía dar.
Incluso, en esa parte del noveno capítulo, en lo que sería el último chance de Herrera, se dio la muy gustada "procesión del silencio", con miles de gargantas santeñas estremeciendo el estadio nacional Rod Carew a una sola voz: "Se van, se van, se van".
Pero así es el béisbol, un deporte en el que estamos acostumbrados a escuchar que no se puede cantar victoria hasta que caiga el "out" número 27.
Ahora, desde la trágica debacle de la tropa santeña, he escuchado en la radio y leído a través de las redes sociales, supuestamente, a fanáticos santeños decir que no existe otro culpable de este fracaso que el técnico Ricardo Medina.
Se respeta la opinión de la afición, pero si se analiza fríamente la situación, arrancándose la camiseta y la gorra santeñas, se llega a la conclusión de que Ricardo Medina tomó las decisiones más cercanas a lo correcto, en cada uno de los tramos de aprietos en ese fatídico noveno acto.
Y si revisamos el octavo capítulo, no hay dudas de que Ricardo Medina hizo lo correcto con su tirador abridor Luis López, al que le dio la oportunidad de enfrentar a un bateador más, luego de que los herreranos le sonaron dos imparables consecutivos con dos "outs" en la pizarra.
Luis López se lo merecía, luego de su excelente actuación.
Claro, esta decisión le costó una carrera a Ricardo Medina, quien hizo lo correcto luego del inatrapable, traer a uno de sus mejores relevistas, Esteban Aldobán. Este sacó el último "out" de ese episodio.
Ya en la última oportunidad de Herrera, tras meterse en problemas Esteban Aldobán, al permitir "hit" del primer bateador que enfrentó, Ricardo Medina no vaciló por un segundo para enviar al montículo a su cerrador estelar José Solís.
Al final, José Solís se metió en problemas. A este le siguieron otros cuatro serpentineros y lo demás es historia: un golpeado, una carrera de caballito, un lanzamiento descontrolado y un error del tamaño del estadio nacional Rod Carew.
Y fue este error --un tiro a tercera base del relevista Sammyr Trianes, luego de atrapar un bombito de un toque sorpresa-- lo que al final produjo la quinta y sexta carrera de Herrera, los dos últimos clavos en el ataúd de la tropa santeña.