De Villa la Angostura en Argentina, pasé a San Martín de los Andes, en donde se inicia la aventura de atravesar la cordillera de los Andes para entrar a Chile por Pucón.
Viajé varias horas en un bus en el que las ventanas cambian tonalidades y temperaturas constantemente. El camino es curvo y empinado, a veces para arriba y a veces para abajo. El entorno varía mucho entre cada kilómetro de los Andes, pero algo que siempre se mantuvo constante, fuimos los pasajeros. Pasajeros completamente andinos, y ahí obviamente me excluyo. Solo era necesario voltear a ver a las cholas, ya que así se les dice, en sus enormes vestidos de quince capas de tela. La mayoría hablaba solo quechua y lo increíble es que desprendían un olor a matriarcado trabajoso que nos facilitaba mucho el sentir la historia que ocultaba esta cultura tan diferente a la cual le dedicaré más que una sola publicación.
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