- Se casaron en septiembre de 2010, pese a la diferencia de edad.
Lo que fue un rumor hasta hace unos días, hoy es una realidad y confirmado por uno de los protagonistas. ¿Recuerdan la noticia: Romance hecho en Panamá, en la que se vinculaba a la rusa Ekaterina Anikieva, esposa de Álvaro de Marichalar, hermano del exesposo de la infanta Elena, con el instructor panameño de surf Tomás Herrera? Bueno, ya se hizo pública su separación.
El pasado 18 de febrero, el deportista Álvaro publicó en su cuaderno de bitácora sus experiencias en el marco del descubrimiento del Pacífico y que Katya (como le dice a Ekaterina) y él habían decidido separarse.
Esta noticia ha sorprendido a muchos, sobre todo, porque hace pocos meses la pareja parecía que estaba muy unida.
Ella acompañó al navegante en una de sus extenuantes etapas en moto acuática en el marco de la celebración referente al Mar del Sur.
Después de ahí no se les volvió a ver más juntos, fue entonces cuando los rumores de una separación comenzaron a aumentar. Una fuente nos informó que el 14 de febrero Ekaterina Anikieva tendría una boda representativa en playa El Palmar, San Carlos con el surfista. Fuimos hasta el lugar, pero ella se percató de nuestra presencia y nos tuvimos que retirar.
El día anterior (13 de febrero), Álvaro estaba bien happy en la discoteca Bling. ¿Será que ya habían decidido tomar caminos diferentes?
La semana siguiente (21) volvimos a la playa y nos encontramos a Ekaterina y Tomás juntos, ambos se molestaron por la foto que les tomamos, pero capturamos la imagen. Al llamar a Herrera, este, en tono molesto, contestó que no conocía a ninguna Ekaterina y que él tenía esposa e hijo.
Días después nuestro lente volvió a capturarlos juntos en una construcción en calle 67 San Francisco. ¿Habrá sido Tomás el culpable de esta separación? Una fuente aseguró que la rusa y el panameño mantienen un romance tipo Cenicienta desde hace poco más de dos meses.
Marichalar aclaró en su bitácora:
Katya y yo nos queremos demasiado para sufrir la falta de armonía que nos imponen las circunstancias. Ella necesita vivir en un ambiente de paz que yo no puedo darle en este momento, ni a ella ni a nadie, ya que sufro lo indecible intentando protegerme de 1,000 problemas que afectan mi vida en general y mi relación con mi querida Katya en particular, quien me aconseja abandonar unos compromisos y obligaciones que no puede entender ni compartir, ni (en mi opinión) debe asumir ella en modo alguno.