Millones de personas acompañaron al Nazareno Negro de Quiapo por las calles de Manila, en una procesión que se considera uno de los principales eventos religiosos del año en Filipinas, un país marcado por su profunda devoción cristiana.
El evento religioso, en el que las autoridades preveían entre 10 y 12 millones de asistentes, se inició con una misa oficiada por el arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, en la explanada del Grandstand Quirino.
En la homilía, el prelado arremetió contra la corrupción presente en la Administración filipina, además de pedir a los creyentes que no olvidaran a las víctimas de los desastres naturales que han asolado Filipinas y que rezaran por ellas.
"¿Cómo es posible que nos estemos olvidando de nuestros hermanos del terremoto de Bohol? ¿Y hasta cuándo nos acordaremos de las víctimas del Haiyan?", dijo Tagle.
El fervor de los asistentes alcanzó uno de sus puntos máximos durante el oficio cuando un grupo de fieles asaltó el escenario y "secuestró" la talla de madera del Nazareno Negro para que el resto de devotos pudiera tocarla.
La estatua de madera sufrió daños debido al fervor de los creyentes durante la procesión, que atraviesa algunas de las zonas más antiguas de Manila.
Este año, al menos mil personas tuvieron que ser atendidas por personal médico y voluntarios, de las cuales ocho tuvieron que ser trasladadas a hospitales por fracturas, dolores en el pecho y convulsiones.