El papa Francisco parece haber hecho las paces con el mundo de las aves.
Después de que su suelta de palomas terminó mal el domingo, Francisco bendijo y sostuvo ayer un loro verde, llamado Amore, que le ofreció su dueño Francesco Lombardi.
Francisco inicialmente pasó junto a Amore y su dueño durante su audiencia general, pero después se dio vuelta y dejó que el loro se posara en su dedo durante unos segundos. Lombardi dijo que Amore coreó el Papa, que repetía la multitud.
La escena contrastó con lo que ocurrió el domingo, cuando niños que flanqueaban al pontífice soltaron dos palomas blancas desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro. Las palomas fueron atacadas por un cuervo y una gaviota.
Una paloma perdió algunas plumas cuando logró soltarse de la gaviota. Sin embargo, el cuervo picoteó a la otra paloma.
Defensores de los animales instaron a Francisco a poner fin a la tradición argumentando que las palomas domesticadas no pueden sobrevivir sueltas en la naturaleza.