La luna del 16 de enero fue perfecta, su luz y su forma acompañó a cientos de personas a la tan esperada Luna llena de tambores, velada que reúne a nacionales y extranjeros.
El inmenso árbol de corotú en el Cuadrángulo Central de la Ciudad del saber estuvo abarrotado y fue el marco perfecto para escuchar ritmos al son del tambor. Músicos y asistentes con sus tambores y hasta tanques de pinturas fusionaban los sonidos que hacían a más de uno danzar.





