La pobreza y la violencia doméstica obligan a niños hondureños a abandonar sus hogares y a vivir en la calle, donde son más vulnerables al reclutamiento forzado del crimen organizado, según defensores de los derechos humanos, que abogan por una mayor atención del Gobierno.
La pobreza junto a la violencia están expulsando de sus hogares a los niños y, una vez en la calle, son perseguidos por el crimen organizado o pandillas (maras), asegura el director de la organización humanitaria Casa Alianza, José Ruela.