El veterano jugador de la NBA Jason Collins consideró el año pasado unirse a un viejo compañero de la universidad de Stanford, el congresista Joseph Kennedy III, en el desfile gay de Boston.
Collins al final decidió que no debía hacerlo, pues quería mantener su secreto a salvo. Durante más de una década como deportista profesional, había callado sobre su sexualidad, preocupado por lo que podrían pensar sus compañeros de equipo, sus rivales y los aficionados; el mundo, en pocas palabras.





