A un mes de cumplirse los 365 días de aquella tarde trágica, cuando el mejor cerrador de todos los tiempos yacía de costado en el terreno de juego del Kauffman Stadium, hogar de los Reales de Kansas City, parecía imposible ver a Rivera una vez más en el montículo defendiendo los colores del legendario equipo a rayas.
Pero como todo un guerrero, tomó este nuevo desafío de su larga carrera, como en aquella ocasión en el inicio de su carrera, cuando se sometió a la operación Tommy John, para después conquistar el mejor béisbol del mundo.