A Benedicto XVI se le reconocerá su esfuerzo por frenar la deserción católica en Europa, donde la modernidad abrió paso al secularismo. También su oposición al matrimonio gay, al divorcio, al uso de preservativos y al sacerdocio femenino.
Siempre fiel al legado de amistad que dejó su predecesor Juan Pablo II hacia otras religiones, exoneró en su libro Jesús de Nazaret a los judíos del Holocausto.