Es que ella y muchos viajeros más no podían abordar las lanchas, debido a la marea; mientras ellos esperaban en una esquina, un grupo de personas de origen antillano comentaba todos los planes que tenía para estos días libre, entre ellos la sazón que le pondrían al pescado o la pipa fría con bastante hielo que tomarían al llegar. Otros se imaginaban en las populares playas del Archipiélago de las Perlas.
Mientras seguían allí sentados, el mar llegaba a la orilla en total calma. Para poder zarpar tenían que esperar la marea alta.





