No siempre las cosas son como uno piensa. Un día nuestro amigo el gato se acercó a un barril de vino, alertado por una vocecita de socorro que de allí procedía. Nadando a duras penas vio un ratoncito blanco, que ya no era blanco sino rosa, que pedía auxilio desesperadamente.
- Por lo que más quiera, señor gato...
-Ayúdeme a salir de aquí, que estoy a punto de ahogarme.
- Ayúdeme a salir de aquí, aunque después me coma, señor gato.
Nuestro amigo el gato se lamía de gusto pensando en el aperitivo con vino incluido que se le ofrecía y sacó al ratoncito del barril.