Agradecidos, pero olvidados por sus familias. En la salita de descanso del Hogar Bolívar de Ancianos, ubicado en Juan Díaz, Felícito Vega, de 82 años, escuchaba en su pequeño radio la palabra de Dios.
Con una sonrisa y una mirada serena, él le da gracias a Dios porque allí lo quieren y lo cuidan. Vega tiene ya 15 años de estar en el hogar, pues por giros increíbles del destino perdió a su familia y su trabajo, a causa de una bala perdida que lo dejó inmovilizado; quedó en la calle.





