Después de tanto tiempo de escapar a nuestro encuentro, por una casualidad del destino apareciste junto a mí, saludaste con un hola, mi corazón se acelero de tal forma que quería escapar, salir corriendo de ese lugar, buscaste mi mirada, pero yo solo temblaba y no podía creer que después de tantos años sin vernos, mi corazón se paralizara de esa forma; me fui, saludé, pero nunca dejé que nuestras miradas se cruzaran.
Al salir de ese lugar, los recuerdos volvieron como si fuera ayer el día que decidiste irte, sin dar explicaciones.





