Era un niño de apenas dos años de edad, quien no podrá llevar un nombre en su tumba, porque sus padres aún no lo habían reconocido.
Solamente le decían papi. Él murió calcinado ayer cuando el pequeño rancho, construido de pencas y zinc, ubicado en la barriada 4 de abril en Changuinola, Bocas del Toro, se incendió.
El pequeñín dormía junto a su hermanito, de tres años, quien fue rescatado por la vecina, Raquel Ortíz Santos, de 23 años de edad.
Escuché una bulla extraña y, cuando me asomé por la puerta, vi que el rancho estaba ardiendo.





