Él expresó que gracias a Dios, siempre ha tenido sus clientes, quienes le piden el tipo de modelo quieren, y su buen trabajo habla por sí mismo.
Fue un señor quien me enseñó a hacer las sandalias, manifestó Amado, que en su pequeño taller pasa todos los días reparando y haciendo zapatos con lo que lleva el sustento a su casa. Lo mejor de todo es que aquí muy cerca está mi esposa, quien confecciona lindas polleras, dijo el comerciante.





