Un niño de 10 años estaba parado frente a una tienda de zapatos, descalzo, viendo a través de la ventana y temblando de frío.
Una señora se le acercó y le dijo: "Mi pequeño amigo, ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?".
"Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos", fue la respuesta del niño.
La señora lo tomó de la mano y entraron a la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para el niño.