Cierto día un tratante en joyas vio en un huerto algo que tenía asomos de ser una perla, al comprobarlo, decidió adquirir el campo.
Como era un hombre honrado, no quería engañar al propietario del terreno, (que como tierra de cultivo era de valor nulo), así que le dijo el motivo de la compra.
Ante esto, el propietario pidió una cantidad exorbitante, algo que nadie pagaría por un buen terreno, si no fuera por la perla.





