Es la tierra, es el aire, no sé, pero algo tiene Panamá que no me permite hacer un plato típico en otro país.
Por muy jocoso que se escuche, fueron las palabras de una compañera que reside en el exterior.
Cada seis meses regresa a su tierra natal y cuenta lo mucho que extraña a sus familiares, el cálido clima, los bailes típicos y sobre todo, la comida.
Y es que ella, una asidua amante a la cocina reconoce que nunca le había costado tanto hacer unas patitas de puerco a la vinagreta o un buen arroz con pollo, tanto como estando allá.





