Cierta vez, un acaudalado padre de familia llevó a su hijo a un viaje por el campo con el propósito de que este viera cuán pobres eran ciertas personas y comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.
Estuvieron un día y una noche en la granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, le preguntó a su hijo: -¿Qué te pareció el viaje?
-¡Muy bonito, papá!, respondió.
-¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente?
-Sí.
-¿Y qué aprendiste?





