Experimenta la maravilla de haber nacido y de crecer, y haz que cada día, cada hora, cada momento sean nuevos para ti.
Sé consciente de los límites de tu oficio de ser persona. Acéptate como eres, pero sueña con lo que puedes ser y trabaja para llegar a serio.
Evita en tu vida las contradicciones. Sé sincero y transparente. Y, sobre todo, sé libre: obra con la libertad de los hijos de Dios, esa de quienes no tienen nada que perder ni nada que ganar y, a la vez, todo que hacer.