Eran dos grandes amigos. Trabajaban en un pueblo y decidieron ir a pasar unos días a la ciudad. Comenzaron a caminar y en una gran calle vieron un burdel que estaba frente a frente con un santuario.
Uno de los amigos decidió pasar unas horas en el burdel, bebiendo y disfrutando de las bellas prostitutas, entre tanto que el otro optó por pasar ese tiempo en el santuario, escuchando a un maestro que hablaba sobre la conquista interior.