No educas cuando impones tus convicciones, sino cuando suscitas convicciones personales.
No educas cuando impones conductas, sino cuando propones valores que motivan.
No educas cuando impones caminos, sino cuando enseñas a caminar.
No educas cuando impones el sometimiento, sino cuando despiertas el coraje de ser libre.
No educas cuando impones tus ideas, sino cuando fomentas la capacidad de pensar por cuenta propia.
No educas cuando impones el terror que aisla, sino cuando liberas el amor que acerca y comunica.