No hay trabajo más sacrificado, con grandes inversiones y bajos ingresos, que el que realizan los agricultores panameños.
Y es que estos hombres, desde muy temprano, están trabajando la tierra para sacarle los frutos que alimentan a todo el país.
A pesar de eso, sufren el abuso de los intermediarios, quienes les compran los productos que ellos quieren y al precio que imponen. Para rematar, deben lidiar con el abandono y el abuso de las autoridades.