Entre un caso de femicidio y la muerte violenta de una mujer hay un estrecho muy angosto, que en la mayoría de los casos puede acercarse más al determinar que el victimario es una persona muy allegada a la víctima.
En la mayoría de las investigaciones se determina que el agresor de las féminas termina siendo su excónyuge o un individuo muy cercano a su círculo.