Ya no está la casa de ventanas cubiertas y alarmas improvisadas en que Ariel Castro mantuvo cautivas a tres mujeres por casi una década.
Tampoco están los carteles, colgados de ventanas y postes de luz, con las fotos de las mujeres en que se rogaba información al público sobre su paradero.
Pero algo sí permanece, al cumplirse hoy un año desde el dramático rescate de las tres mujeres: la esperanza de los familiares de otras víctimas que vivían en la zona y que siguen desaparecidas.