Es un pueblo de pescadores, con una hermosa bahía, pero este negocio, la pesca, cada vez es menos rentable para los que viven de este oficio en Portobelo. Sin embargo, el ingenio de los pobladores los ha llevado a crear una nueva fuente de empleo.
Parado muy cerca de las murallas, como centinela, estaba Santiago Racero, de piel negra, pero ceniza del sol, con una barba descuidada, en espera de un cliente para las giras por la bahía.