COBERTURA ESPECIAL DESDE EL
YANKEE STADIUM
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Una jornada única se vivió en el Yankee Stadium de Nueva York, donde una vez más el cerrador estelar panameño Mariano Rivera fue el gran protagonista de principio a fin con la celebración del homenaje y retirada del número 42 y luego en su salida al montículo.
Si había un pelotero que se mereciese ese tipo de homenaje, una ceremonia de 50 minutos, era Rivera, que después de 19 años en las Grandes Ligas, quiso decir adiós a los fanáticos de los Yankees, que siempre le dieron todo su apoyo.
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"Había preparado algo de ese discurso en español, pero en ese momento lo que me salió fue natural y con el corazón", declaró Rivera, después de la derrota de los Yanquis de Nueva York, 2 carreras por 1, ante los Gigantes de San Francisco.
Durante su emotivo acto de despedida en el diamante del Yankee Stadium, Rivera declaró: "Esto es para mi bello país y mi pueblo Puerto Caimito. Ellos están conmigo de todo corazón".
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Cuenta la leyenda que había un astrólogo y un rey poderoso y despótico al que le molestaba mucho la atención que el pueblo daba a las predicciones del adivino. Cierto día, el rey decidió mandarlo a matar, pero antes querría dar una lección al pueblo y al astrólogo.
- Dime, amigo de los astros. Tú que lo sabes todo, podrías decirme ¿qué día morirás?
El astrólogo miró al pueblo reunido alrededor de la plaza y miró al verdugo. Pidió unos minutos para consultar a los astros.
Después el rey preguntó:
- Y bien, ¿qué te han dicho?
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Los jóvenes aprenden diferentes cosas en los centros educativos, muchas veces no se les da la oportunidad de que expongan todo lo aprendido, un grupo de jóvenes opina sobre esto.
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Para llegar a ser un Mariano Rivera, no solo bastó la disciplina y el coraje.
También fueron necesarios buenos entrenadores, buenos directivos de clubes o ligas de barrio, buenos consejeros, buenos amigos y, sobre todo, nada de roscas.
El talento privó y Mariano Rivera, ese que ayer nos llenó de orgullo a todos los panameños, pudo lograr sus sueños porque hubo gente honesta que confió en su talento y supo empujarlo.
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