Cierta vez le preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella más amaba.
Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió: Nada es más voluble que un corazón de madre.
Y como madre le respondo: el hijo dilecto, aquel a quien me dedico de cuerpo y alma...
- Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
- El que partió, hasta que vuelva.
- El que está cansado, hasta que descanse.
- El que está con hambre, hasta que se alimente.
- El que está con sed, hasta que beba.
- El que está estudiando, hasta que aprenda.





